martes, 5 de enero de 2010

Mira la luna con su cielo estrellado
plagado de miles de luces refulgentes,
siente en tu rostro la caricia del viento cálido del otoño
y deja que lleguen hasta ti los olores perfumados
de los frutos y las hojas desprendidos de los árboles
depositados en silencio por el bosque,
preparados para su renacer constante;
y escucha los murmullos generados por sus invisibles habitantes